El tío Phil nos recuerda desde la cárcel que en un tiempo atrás, creó uno de los mejores discos navideños de la historia, dedicándose en el 63 a repartir amor y felicidad a través de su particular "muro de sonido".
En el interior de este disco, se encuentran una serie de estrellas que en su momento brillaron de forma resplandeciente, y ahora no son más que ceniza en algún coitainer.
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