Noches en los clubs de baile latino, calientan las frías calles de Nueva York con el espíritu Fania All Star.
Mientras que, a la vuelta de la esquina, hay un pequeño local que retumba a base de música disco-funk mutante.
En ese momento, en la otra punta de la ciudad, se está gestando un concierto corrosivo, con peligro de arder, junto a los aullidos de un contorsionista; hablamos de la no wave para ser exactos.
Y ahí estaba Lizzy Mercier Descloux, en el epicentro, absorviendo la gran cantidad de estilos que convergían en una misma ciudad, y siendo inteligente, crea un mágico batido de sabores, para a alienar a cualquiera que se preste con él.
Ella, nos anima a agitar un par de maracas, y bailar al ritmo de ese aroma tan deliciosamente tropical que desprende.
Imprescindible rociar en una pinchada sus encantos, si quieres que sude hasta el más "pijillo" de turno.
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