Puestas de sol en Acapulco a gogo, folleteo en el baile de fin de curso en tu Porsche Spyder 550 , recortes de revistas que asoman una bonitas piernas pegadas en tu habitación, compis de instituto con peinado impecable pero sin un centavo, malteadas de fresa para dos al salir de clase, primeros cigarrillos, pajas pensando en tu amor platónico; éstas y más cosas son las que evocan aquellos días de trueno, y Buddy Holly junto con los Crickets estaban allí para contarlo.
Aquel espíritu vital y lleno de frescura se desvaneció el gélido invierno de 1959, con la fatídica noticia: "el día que murió la música" (como muchos lo anunciaron), debido de la caída en picado de una avioneta al lado de Richie Valens y The Big Booper.
A cara o cruz el destino jugó sus cartas.
A cara o cruz el destino jugó sus cartas.
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